miércoles, 20 de julio de 2016

In Dignidad

Soy la que se arrastra, la que busca día tras día un albor de tu pelo. Soy la que te espera, paciente, pero que de noche revienta en tormentas y desmedros. La que te mantiene como una manda a la Virgen de Lo Vásquez, con las rodillas pulverizadas de tanto insistir. Y es como si no me escucharas, como si desde ese trono de dios que te ayudé a formar no hubiese forma de alcanzar un destello, una mirada. La que perdió la dignidad al llenarte de alabanzas para que me vieses, la que grita con desesperación por una palabra que me ayude a seguir. Soy la que se desangra en un río de sesos, de conexiones eléctricas de polos opuestos, la que se desvive pensando la forma de por fin poder encontrarte. Indigna será mi nombre desde aquí en adelante, Indigna por la eternidad y hasta la muerte, Indigna que tu sueltas y olvidas, Indigna que te ruega y se muerde las venas, la Indigna que dejó lo último que le quedaba como mujer: dignidad.
                                                                 

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