domingo, 30 de diciembre de 2018

Manos noctambuloides

Mis manos siguen en tregua
Continúan descubriendo
El sabor propio
Por las noches recorriendo

Se despiertan revoltosas diciendo aleluya
Y mantienen un paseo nocturno
Plagado de hendiduras
Repliegues

En mi constelación solo una duda:
¿Me autodestierro de mi propio cuerpo?
Así podríamos ser dos
En estas sábanas de ensueño

Las siento moverse por arenas movedizas
Me enseñan que el tacto
No tiene prisa
-Lento- me señalan

Y en un ir y venir se conectan con mi cabeza
Hacen fiesta con los sesos
Reconectan cada hebra
Agitan cada labio

Y en un país deshabitado
Por ellas conquistado
Desean recelosas
Ser como otro par de manos.



martes, 4 de diciembre de 2018

Abuenarse

Que a veces las cosas marchitas terminan siendo reflejos de nuestro interior, es cierto. Sin embargo, en esta conversación conmigo misma quiero sincerarme: ¿hasta cuándo sigues aborreciendo la estampa?
Hay momentos y momentos, señala mi cabeza. Del sudor más íntimo brotan los cristales en los que me miro cilindrada. ¿Hasta cuándo vivir desequilibrada? Los estigmas se marcan en los dobleces y hendiduras. Me digo a mí misma "no siempre".
Y así lucho día tras día por transfigurar este delicado hilván que me corresponde. 

Hoy mi cabeza despertó y me dijo: tregua.

 





domingo, 28 de enero de 2018

40

Esta era tu semana, el momento; está era nuestra semana, nuestro momento.
Algunos me dicen que no importa, que ya pasó, que no me desespere, pero en vano me hablan cuando hago como que los escucho. Me habría gustado escucharte a ti. Esta era tu semana, nuestra semana.


jueves, 25 de enero de 2018

Responso

Entre el mar enorme de sábanas, el mío.


P.d: casi nunca veo el mar, pero siempre me rodea de una forma u otra, como a la Storni.

martes, 23 de enero de 2018

Enero(s)

Ha sido un mes cálido, árido, más bien desértico. La arena se come mis tobillos, pantorrillas rellenas con grasa, me chupa el aliento sacado desde las rodillas. En la cabeza solo una planicie eterna escabulle la tibieza que mi madre intenta mostrarme, pero ella sabe que me hundo en el desierto (re) seco. Hay bocanadas desesperadas del aire tóxico que me persigue, ahogos solapados por una ternura imparable de mi gato, ronrroneo vibrador de pulmones. La vida me obliga a sobreponerme, a pesar del dolor óseo bien tedioso que me agobia, a pesar del apretón numeroso del esternón nervioso, aun cuando ya simplemente no tengo ganas. El corazón una fruta muerta pintada por un niño imitando las naturalezas discordes a la mía, las manos pasas de uva machacadas a pleno sol de mediodía. La corona reseca de tu pecho hiriente, con el pelo vuelto nudos de corbatas y serpientes; los labios meros restos de síes y noes en nota bemol. Me siento sola, ya estoy muerta.



P.d: mi puerta se abre a contratiempo.