desde el vientre de mi madre
lana a lana, encadenada,
soltando el polvo del urdimbre
Tejida, bucle a bucle,
de esos que reniego tanto,
del estambre tembloroso
que mantiene mi común espanto.
Y las manos del hilo más fino
que se corta con dual puntada
con el pecho hilvanado en vivo
y con las orejas pespuntadas.
Deshilachada, con nada de orillas
y con el corazón de flecos;
siempre quise estar bordada
en los ojos, con el cielo.
Duramente llegué a chaleco
cuando yo quería ser mantel crocheteado
y mis ojos, como lana espuma
duermen mis noches, sin descanso.