cansancio,
hambre y asco a la vez
duele:
y no sé dónde
arde:
y sé el lugar particular
fuera de mí
que me devuelve
la bocanada de aire.
Tercianas,
mantas y mantas,
una sobre la otra,
y sigue el frío
tempestuoso,
atiborrado,
y ahí en medio
estás tú, entero y firme:
el centro,
la salvación.
Despojos,
cáscaras y piel mudada,
inánime
y a la vez extasiada,
ahogada,
pesada,
y como una pluma
voy a ti
a buscarte,
mecerte y acurrucarte.