martes, 4 de febrero de 2014

Cambiando los aires

(Febrero empezando a hacerme efecto)


Es muy lindo comenzar a dormirte con los recuerdos lindos en la cabeza. Una carta mal escrita, un mate con leche, una visión del sol acurrucándose con el mar. Es lindo ver entre las pestañas que se juntan intercaladas la imagen de las flores amarillas que se crían en tu pelo, muy lindo dormirse imaginando esa voz que te aconseja antes de dormir, sublime si llegas a sentir cosquillas en la punta de la nariz justo luego de una escena que se programó sin querer en tu cabeza. La escena donde apareces tú.
No tengo la menor idea de por qué, pero estas figuras que balancean mi sueño en una cuna hecha de caricias no cumplidas traen la paz necesaria para hacer a un lado el mundo y crear los caminos dorados que (me) llevan a las cosas imaginadas por largo tiempo. Siento el sonido de la brisa en el pecho, quitando todo atisbo de duda, poniendo la cuota de vitalidad. El murmullo de las palabras no dichas, de las frases erguidas en lo alto de una confesión, la golondrina que vuelve a su nido atenta al clamor que la noche enciende. Cesan los sentidos, la vista se vuelve un caleidoscopio cromado que va pixelando cada horizonte lejano. Las manos se encuentran con el cuerpo, las yemas que hormiguean, el corazón que se duerme, el estómago nervioso. Y entonces las palabras que sí fueron dichas (o escritas) comienzan a fluir en una dulce poción de anís estrellado, veneno accidental de los labios, cenizas de un acto rojo y lleno de fuego constante; una poción adictivamente deliciosa. Cesan los sentidos, se oye el bajo palpitando al son del reloj de madera. Y ahí te das cuenta que estás vivo, que al final del día no importa nada más que lo que el fluir te provea. Se sellan los ojos y los párpados se besan con una pasión que impide que se desliguen, la boca se tulle en un botón de rosa estrepitoso, húmedo, insinuante. Se eriza la piel, se nutren las ideas: relampaguea una apertura de cielo en medio del desierto y comienza a llover. Las gotas recorren frías los montes heráldicos, le dan vigor a los deseos más profundos anhelados por el alma, recorren lentamente cada cuesta y hendidura que han de poseer por una noche. Solo eso piden. Así es como aparecen las figuras que sacan a flote las arterias, que hacen recorrer con la mano las sábanas texturadas y llegan a la mata de plantas tropicales sobre los ojos, la alborotan, porque necesitan más y más. Aquí es cuando la poesía se hace nítida, se vuelve palpable, porque ¿qué es poesía sino la interacción y la imaginación?...físicamente es alcanzable en un par de segundos del sueño indomable, alcanzable por la segunda boca del sueño mismo, alcanzable por las manos que recorren texturas imaginando otras, alcanzables por el alma que se conecta con otra en la fantasía enredada en los sesos. 
Lo admito, soy adicta a soñar, pero no me dejen sin recursos, porque no respondo si mi imaginación se confunde con la realidad, no respondo si me creo la que está en el sueño y empiezo a buscar quien provocó los estragos y el desorden impensados.

Zzzz....


p.d: bienvenidas supernovas y nebulosas.

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