jueves, 16 de abril de 2015

Cambia, todo cambia

Cambian los estados de ánimo, cambian las estaciones, el otoño ya no es más el verano.
Cambian las personas, las que creías cerca se convierten en lejanías aletargadas y llenas de desgracia disfrazada de verdad. Las que han estado acá siempre han tomado el peso que debían haber tenido hace mucho tiempo y que quizás antes no les di. Cambian las decisiones, los gustos, lo que anhelamos, cambian los deseos de nuestras almas rodantes hacia un abismo. Cambia cómo te quiero, cómo te miro y cómo te aprecio (a ti, a ellos, a ustedes, a él, a ella). Y es un ciclo sin fin el que todo cambie, todo cae por su propia cuenta. Cambian, todas las cosas cambian (para no citar a la honorable que lo canta). Hay que acostumbrarse a los cambios.

Quiero levantarme nueva, despierta e íntegra, ser alguien más que lo que el perfil de Facebook crea de mí. No me interesa la amistad o el jolgorio que una jungla atribulada requiera. Quiero respeto, quiero mirar a los ojos y sentirme limpia, no inmunda por las porquerías pasajeras. Es por eso que hay un viejo proverbio que versa que el alejarse de las personas nos hace reaccionar ante la vida, y es muy cierto. No me interesa tu morbo, ni tu desaire, ni tu vanidad circundante.
Quiero ser yo, quiero ser la que espero, la que siente mucho, la que escribe sin parar de hacer danza con los dedos, la que canta porque se le antoja y la que te despierta con un beso. Quiero ser aire, viento, polvo lunar, astros que giran y la calma reinante para tu hogar. Quiero hacer sacrificio, ser mejor cuando despierto, aterrizar a ese mundo extraviado entre cartas y juegos. Despertarme cada día con otra ilusión, con nueva energía solar y mirar al camino esperando lo que depare, sin desmayar.
Es hora de cambiar un poco el aire, que la vida está muy viciada de tormentos, y aunque sé que no se irán del todo, al menos quiero mirarte (los) y descubrir mundos nuevos, sin el miedo a la repulsión, a la discordante mirada reprobatoria. Esta soy yo: una mata de enredos, pero con la certidumbre de que puedo y quiero, con eso me basta para enfrentarme a todo lo que viene. Y lo que viene es bueno.

p.d: si das vuelta el título de este blog, puede ser que el rocío suba, en una vaporización súbita de re- encuentros :)


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