viernes, 2 de mayo de 2014

Punto Cero

¿Qué se hace cuando se llega al punto cero de nuestras vidas?

Mi nombre da lo mismo, algo que sí importa es que tengo 23 años y, en un día pesado como este, he llegado a una situación poco menos que espantosa a la cual nunca quise llegar en estos años: sentir que no tengo nada. No me refiero a lo material; a decir verdad, me refiero a que pasamos esas horas adolescentes soñando con un mundo colorido y lleno de expectativas que nos gustaría cumplir cuando nos volvemos más o menos independientes y responsables de nuestras propias vidas, y creo que la responsabilidad de mi vida se me fue a las pailas. No porque sea una adicta a ninguna cosa en especial, como suele pasar cuando la gente pierde el rumbo, sino más bien porque siento que me estoy transformando en una persona amargada, usual y aburrida. Me estoy transformando en lo que no quería.

Me ha tocado varias veces hablar este tema no solo conmigo misma, si no con otras personas que me han reprochado harto el hecho de que no me guste salir mucho de noche, ni me guste quedarme a carretear los viernes en la U, ni me guste quedarme en casas ajenas y, al final, siempre es lo mismo: "bueno, soy fome, es cosa mía, me criaron así -prefiero dormir- etc..etc..
Pero en verdad, creo que no es tanto el tema de que no me guste mucho compartir: va mucho más allá de ser, simplemente, una cabra chica en cuerpo-mente de señora de las cuatro décadas. Creo que mis preferencias no concuerdan con mis sentimientos, y eso sí que lo veo grave.
Hay veces en las que siento las ganas de volar, de surgir, de finalmente no dejarme atrapar por toda esta -perdonen la expresión- mierda social que causa estragos en muchas personas(sobre todo en ciertos aspectos de mi vida), pero casi como un soplo, se esfuman las premuras ante cualquier destello de avance en el camino. Creo tener un trastorno de bipolaridad implícito que impulsa, en gran parte, las decisiones que deben ser tomadas, algo así como una contrariedad interna que me demuestra día a día que, o me estoy volviendo loca, o mi entorno es el que está al revés. Da lo mismo. La respuesta es obvia.

Como una forma de tortura, tiendo a compararme con quienes me rodean, encontrándome siempre en desmedro de sonrisas, llena de preocupaciones y pensando siempre en lo que puede resultar cada uno de los pasos que doy. Si eso no es extraño, entonces fíjense: solía tener un cuaderno con cartas que nos enviábamos con unas compañeras cuando éramos niñas. Lo cuidaba mucho y no dejaba que nadie lo tomara, porque dentro estaba todo el mundo que -pensé- tenía acumulado como un tesoro. Un día, mientras guardaba cosas para una mudanza, vi el cuaderno y, sin mero detenimiento, lo arrojé al basurero. Tiré al rededor de 16 años a la basura sin que ningún remordimiento me rondara por días, hasta que gracias a esta situación, me di cuenta que en verdad nunca cultivé nada y que las hojas del cuaderno estaban llenas de tonteras que en verdad no importaban, porque nunca siguieron siendo parte del mundo que vivo actualmente.

Siento que se me va la vida, que se me van los ánimos, que se me van las esperanzas que tenía de ser una persona distinta, que se me van las oportunidades; si alguna vez infería que me volvería lo que no soy ahora, hoy pierdo toda posibilidad hasta de pensarlo....

1 comentario:

  1. Nadie que realmente sienta aprecio por ti va a esperar que seas una persona distinta. Es complejo moverse cuando el entorno se direcciona de forma tan opuesta y radical a lo que es uno, pero te aseguro que en ese devenir de frases inconexas (eres fome, por ejemplo) lo peor es caer en la tentación de seguir la marcha fúnebre de todos aquellos quienes juran que por estar "unidos" son mejores, y sus vidas valen más que la de quienes escogen mirar desde la distancia.

    Nadie se hace ni se construye tan fácilmente. Muchas veces la única perspectiva que tenemos en frente es la de la lucha, pero cuando llega el momento de descansar nos encontramos con que somos veteranos de guerras que solo nosotros hemos librado, y las experiencias que de ahí derivan difícilmente podremos compartirlas. Es complejo crecer, es complejo tener "una vida", pero una de verdad. No dejes que el canto de las sirenas te engañe. La mayoría de quienes se vanaglorian de tener una vida en realidad están haciendo jactancia de un cúmulo de materialidades aisladas, las que por sí sola no valen absolutamente nada ("amigos", "carrete", "familia"), y que al momento de desvanecerse solo dejan tras de sí un halo de amargura y añoranzas.

    Es difícil crecer, y es mucho más difícil armarse, pero es realmente imposible hacerlo cuando el foco está puesto en otras cosas. Tú al menos estás consciente hacia dónde va la vida y cuál es tu posición en el mundo. ¿Mi consejo? Un paso a la vez, e intentar construirte a ti misma sin necesidad de estar mirando obcecadamente hacia los costados, porque la respuesta que buscas jamás la encontrarás en aquellas miradas vacías sobre las cuales te posas de tanto en tanto.

    Lo que vales y lo que valdrás solo lo defines tú, nadie más.

    Saludos :)

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