lunes, 12 de mayo de 2014

¡Cómo no extrañarte!

Hay una necesidad incesable que me carcome con el paso de los días, una que tengo que confesar:
creo que sigo necesitando los pétalos nevados que me cubrieron y, gélidos, crisparon hasta la última centésima de suspiros que salieron de mi boca aquel día.
Necesito tus flores doradas entremezclándose con las mías, haciéndolas menos oscuras, más luminosas.
Tus pecados mortales instruyéndome acerca de este mundo nuevo, la sangre que corría y corría sin descanso.
Necesito el fluir de tu encanto, el fluir de tu cuerpo junto al mío, la danza que nos remontó a un pasado de habernos conocido.
Necesidad de tu ritmo acelerado, de tus movimientos rompe-cadenas, de tus dedos indagando, de tu risa....

No hay comentarios:

Publicar un comentario