miércoles, 3 de abril de 2013

Empecemos por aprovechar cada minuto

Te voy a decir una sola cosa: partamos por tomarnos el tiempo para reflexionar sobre cada minuto en el que dejas de lado las venias de la mundalidad.

Partamos, por ejemplo, por deshojar cada pedazo de recuerdo que llevas atorado en la garganta, víctima del destierro pasajero.

Prosigamos con el des-a-broche de tu camisa, cosa que permitamos a nuestros pechos tocarse con el temblor de nuestras células ya conocidas.

(Sigue tú desabotonando el vestido que llevo hoy)

Ahora déjame mirarte, déjame contemplar lo que el paso del día no me dejó ver. Déjame mirar lo que la costumbre y el clima apartan de nuestras vistas.

Continuemos frotando nuestras manos, continuemos frotando nuestro cuello, nuestro ser cincelado lleno de bosquejos.

Y luego llenémonos con el silencio: el arma de doble filo.
Por último debemos mirarnos y tratar de distinguir en nuestras córneas lo que el otro quiere entregarnos.

Te voy a decir una sola cosa: Digámosle ADIÓS a este tortuoso mundo y acurruquémonos en nuestro beso profundo.
Es como si te estuviera mirando fijo, con la cara adormecida de tanto querer.

p.d: Si eso es lo que podemos hacer en un minuto, aprovechemos cada segundo ahora?

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