Ella era tímida,
tan tímida
que al mirarla,
todo en ella
temblaba
así como
gelatina,
mientras que
al mismo tiempo
su rostro
de pena palidecía;
pero por exraña
que fuera su actitud,
las cosas tomaban
un giro distinto cuando
se desvanecía la luz.
Rourke Boada
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