jueves, 2 de febrero de 2012

Cuentos de Hadas

rase una vez, una joven muy callada y sumisa que pasaba horas escribiendo.  No tenía hada madrina, ni carrozas hechas de calabaza, ni enanos que le ayudaban en los quehaceres, ni siquiera tenía el cabello largo y, obviamente, no tenía dinero para comprar los tacones de cristal que vio en un mall santiaguino.
Pensaba que dándoles a todos en el gusto haría más fácil la vida para su entorno y para ella misma, por ende, nunca exigía nada y trataba de no esperar nada de nadie. Incluso, muchas veces trató de inventarse historias en la cabeza [las que nadie más debía saber] para menguar lo que quería decir a gritos y así, hacerse una visión mucho más idílica del mundo que la rodeaba.
Un día, la joven comenzó a tomar decisiones por su cuenta y llegó al lugar que le correspondía.
Sintiéndose en paz, un día exclamó con dulces e irónicas palabras:


-Se me acabaron los cuentos de hadas en los que creer, porque desde que entré a estudiar Castellano me encontré frente a frente con lo que realmente son: solo cuentos...-"
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Aprendiendo a vivir en la Realidad, no digo que sea fácil, pero al menos sabré que lo que vivo no está construido sobre un puente con termitas....

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