jueves, 10 de enero de 2019

Tempus

Esta entrada va a ser más narrativa que "creídamente poética".

Hace tiempo que no me sentaba en mi casa -sí, desde hace un tiempo empecé a asimilarla como mi casa, básicamente porque he pasado los últimos 8 años acá y simboliza mi independencia- con un té en la mesa, con cuadernos abiertos, con lápices, destacadores, labiales, celular, música -The beautiful occupations, Travis-, el notebook abierto, la soledad y tranquilidad de poder escribir sin que otra persona lo estuviese leyendo mientras edito,la ventana abierta, las plantas adentro, la guitarra mirándome desde una esquina seduciéndome, pero no lográndolo -jajaja-.
Tengo que decir que se siente bien.
Me siento bien.
Hace rato que estoy en esa pará.
Vamos a ver cuánto va a durar esta vez, aunque estoy esperanzada de que la sensación de respirar hondo y que esa respiración sea mía dure mucho, realmente mucho tiempo.
Como estoy sola, me puse a revisar unos respaldos en mi computador y encontré cosas que escribí hace años. Cosas que en otro momento hubiese desechado por completo y que hubiese preferido no ver por vergüenza a mi ñoñez o a mi curlisería. Pero esta vez fue distinto: las leí con otra cabeza, las leí y me hicieron sentir grande, me hicieron sentir mujer y eso sí que no lo sentía hace tiempo.
Creo que la soledad me hace bien a veces, no lo sabía porque estaba empecinada en que quedarme sola en mi departamento solo me haría llorar y, si bien fue así durante las dos primeras horas en las que llegué, debo decir que aprendí a apreciar estos momentos en los que puedo pensar y hacerme autopreguntas y autoresponderlas y después sentarme en el suelo a tocar la maldita guitarra que me seduce y luego pararme a tomar un tecito remojado como los de la casa de mis papás. Ay, eso sí me hizo tiritar un poco la pera. "La casa de mis papás" simboliza sentirme segura siendo solo yo, bueno, no solo yo en el departamento, pero siendo solo yo la responsable de mi vida. Y no se imaginan, los que lean o bien pasen de largo esta publicación, cuánto anhelé llegar a este momento. Cuánto añoré abrir mis brazos y abrasar -sí, con s- el vacío del minuto futuro. Siento que estoy en el momento, en el lugar, en la cabeza en la que quería estar hace 10 años, que logré algo que quería mucho, pero que veía tan lejano. Algo tan chico, algo tan enano a la mirada de cualquiera, pero tan grande como la libertad.
En estas palabras no puedo olvidar acordarme de tantas cosas que pasaron en esos 10 años, en todo lo que viví y en todas las personas que estuvieron ahí y que siguen estando, en el amor que siento como un huracán por mi familia y que solo consigue crecer todos los días, el agradecimiento a la vida de esta seguridad que siento y que antes no había sentido.
Hasta me di tregua un poco con el espejo jajajajaja.
Me siento bien.
Hace rato que estoy en esa pará.
p.d: en el video me siento en un episodio de Black Mirror .

No hay comentarios:

Publicar un comentario