martes, 4 de diciembre de 2018

Abuenarse

Que a veces las cosas marchitas terminan siendo reflejos de nuestro interior, es cierto. Sin embargo, en esta conversación conmigo misma quiero sincerarme: ¿hasta cuándo sigues aborreciendo la estampa?
Hay momentos y momentos, señala mi cabeza. Del sudor más íntimo brotan los cristales en los que me miro cilindrada. ¿Hasta cuándo vivir desequilibrada? Los estigmas se marcan en los dobleces y hendiduras. Me digo a mí misma "no siempre".
Y así lucho día tras día por transfigurar este delicado hilván que me corresponde. 

Hoy mi cabeza despertó y me dijo: tregua.

 





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