jueves, 11 de mayo de 2017

Alguien que se muera por ti

Siempre pensé merecer a alguien que se muriese de amor por mí. Quizás mi problema fue que lo esperé con muchas ansias, que lo idealicé al punto de no pensar en la realidad que estaba ante mis ojos. "Todo el mundo merece un amor que se muera por ti" fue la frase que en algún momento de mi adolescencia marcó y caló tan hondo dentro de mi cabeza que hoy es un hueco que sobrepasa la virtualidad pensante. Creo que la Sofía, mi amiga en aquel tiempo, no se daba cuenta de lo que decía. Lo más probable es que ni siquiera se acuerde que llegó a tercero medio como estudiante nueva a mi liceo con un pololo con el que terminó un par de semanas pasado marzo, rompimiento del cual fuei semi testigo. "No puedo estar con él porque no me merece". ¿Merecemos a otra persona? es la primera pregunta que me hice en ese momento y de la cual todavía no me desligo. Si hubiese alguien que mereciera un rocíocuandocae debe ser la persona más desdichada del mundo, ¿quién querría tener sobre sí un rocío constantemente lluvioso recorriendo la columna? Al final esperé que alguien quisiese morir de amor por mí, que ardiese de deseo cada vez que me mirase a los ojos, que no aguantase las ganas de poseer las inocuidades corporales afectadas por tal rocío. Me quedé esperando. esperando. esperando. Al final mi razón estaba en lo correcto: nadie podría estar tan angustiado para desear y morir de amor por un rocío marchito y lleno de hoyos mojados. No existe ese alguien que se muera por mí, ni existe ese alguien a quien pueda merecer.

p.d: la dueña de este blog no se hace responsable de las apariencias que engañan.

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