miércoles, 19 de agosto de 2015

Legado

Ya no puedo más andar, son las lágrimas mis únicas compañeras.
Que este mal me lo tengo que tragar sola, sola y con ellas.
No encuentro la forma de alivianar la carga pesada, la vida sin rumbo
que sé nadie más comprenderá.
La saliva que corre y corre jamás se secará,
la hierba tierna, dulce y hermosa de mis ojos siempre se reirá.
No hay perdón divino, ni hay corazón palpitante,
solo higos secos y pies cansados, agobiados, calcinantes
de mi alma cual pena merodea por sepulcros
así es mi vida, de junco en junco.


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