sábado, 6 de diciembre de 2014

Finito

Y volví al mismo lugar desde el cual partí, con miedo y la hemorragia espiritual carcomiendo las entrañas. El aliento ya no es remedio, ni lo son los pocos besos, ni las madrugadas. Volví al lugar que esperaba.
El retorno, las sensaciones, los puentes olvidados. No hay excusa, ni palabras que mitiguen el silencio. Si tan solo te hubiese hecho caso, papá, no habría pasado esto y sería tierra y polvo en tus comunes incendios.
Por Dios que no hay día que no te piense, ni hora en que te recuerde más amargamente que esta hora, por el cielo que no hay vuelta ni lluvia más áspera que la que llega hasta el suelo.
Vuelve el temor, la falta de base en mis huesos y me satura y envejece, tal como los años pasajeros que tanto miedo tenían de pasar: el daño ya está hecho. Solo te pido que en tu seno mantengas mi recuerdo, no como ahora, como antes de este agrío momento, sin vacilaciones de que aquí dentro se gestó el testamento, el cual selló mis palabras hacia adentro y no me permitió más que esperar este cruel revuelo.


P.d: hasta aquí me quedo.

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