domingo, 21 de diciembre de 2014

Curar todos los males

A este tiempo he querido darle un sentido de sanidad. Sanidad mental y espiritual que tanta falta me hace. Ayer pensaba en todos los males que vengo arrastrando, algunos más sencillos, otros más complejos, pero que dañan al fin y al cabo. Dándole vuelta a algunos llegué a la conclusión de ser una persona tan débil, peor que la casa construida sobre arena, llena de vacíos personales que molestan al entorno sin siquiera pedir permiso. Llegué a la conclusión de que tengo que desechar varios sentimientos, varios momentos menguantes que produce  esa sensación de inseguridad estúpida que me persigue. Dentro de ello descubrí una lucha tan pesada entre el corazón y la razón que no pude hacer más que llover. Querer cambiar, querer separar las cosas, querer retroceder un poco o avanzar siempre se queda en lo mismo que acá: palabras. Al final sigo siendo la pendeja que se creía actriz para solucionar las cosas, la incólume testaruda de cuentos mentirosos, la que enviaba cartas con esperanza de respuesta. Y al final siempre llego a la misma conclusión al tratar de curar todos los males: no puedo, no podré. Esperemos que Rancagua me libere un poco de tanto fantasma recaudado este año.




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