lunes, 25 de agosto de 2014

Respiro

Sentí las bocanadas de aire, el alivio, la tersa tela que me cubrió por más de 4 minutos. Un abrazo cercano, una sonrisa tenue y ese olor peculiar en mis manos: todo esto junto en una sola imagen. Dejé de callar, comencé a gemir, pero de alegría, de dolor de llaga cuando le pones alcohol, gemí sonriendo y presurosa: encontré una salvación. Decidí cortar una flor, no sin antes dibujarla en un papel, la soplé por la ventana y pedí un deseo: que todo se sienta siempre como esa bocanada de aire, como ese resplandor certero que me hizo descansar y pensar en que todas las cosas vienen a bien, más aún si se trata de ti. No sé que seguirá a todo esto, ni en qué terminará, pero el frescor que entregas cada vez vale cada segundo al cruzarnos.



p.d: haz que yo sepa pronto...

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