martes, 6 de octubre de 2015

De como me di cuenta de que no tengo un sueño tan grande

Me di cuenta de esto porque en una actividad de Orientación en el colegio me preguntaron las alumnas: ¿cuál es su sueño más grande? Tardé como 3 segundos en responder que esa era una pregunta con muchas aristas y que no podía pensar en una respuesta que lo resumiera todo ahora, y apelé a la misma alumna que me lo preguntó con un "¿cuál es el tuyo?". Ahí empezaron a hablar todas y yo me quedé pensando: ¿cuál es mi sueño más grande?, volando durante esos 12 minutos restantes en los que me pregunté unas 15 veces "¿cuál es mi sueño más grande?".

Para responderme, imaginé una lista con las cosas que más amo: tengo a mi familia y una buena relación con ellos, tengo un par de amigos/as que son primordiales, tengo a mis mascotas que me aman incondicionalmente, tengo a una persona maravillosa con quien compartir mi vida, estoy por terminar (toco madera) mi carrera, hago varias de las cosas que me gustan, tengo un dulce anhelo en el corazón. Ahí me di cuenta de que mi sueño más grande no iba a ser encontrado en esa parte de la historia.
Busqué y busqué, porque mi desesperación crecía con cada minuto que pasaba: los recovecos de mi alma quedaron echos giros híper transitados que parecían no resguardar nada. Se terminó el rollo de mi memoria y me quedé sin nada.

Me resigné.

No tenía un más grande sueño en la vida, además ¿a quién le interesa tener un más grande sueño en la vida? Eso se lo dejo a los adolescentes, a la juventud, a la niñez y a los pensamientos que mis padres ocultan de mí cada vez que ven sus metas cumplirse a través de las mías. Una total persona sin un sueño más grande por cumplir.

Pero al final me di cuenta, estaba frente a mis narices todo el tiempo. No fue hasta un par de días después que lo tuve frente a frente causándome estragos muy fructíferos.



Me esperaba ligero y demacrado para recordarme una vez más lo que quiero llegar a ser. Y me da vergüenza comentarlo por este testimonio virtual, porque muchos van a pensar que realmente no es un sueño, que es una soberana joda, un berrinche de pendeja de 14 años lista para encerrarse en su pieza toda la tarde a mirar el techo, pero creo que ya es un secreto a voces entre quienes me conocen.


Mi sueño más grande es llegar a ser bonita algún día.
  

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