miércoles, 20 de febrero de 2013

Rancagua

Parece que Rancagua quería que me viniese a casa luego,
y me regaló un día lleno de colores y de luz.
Las flores se amotinaron para hacerme sentir en casa.
Incluso, aunque tímidas, algunas salieron a saludarme en la mañana sabatina .
Y es que todas querían llegar al cielo.

Hasta los brotes se vistieron de lino; 
el árbol, de frac, quiso lucir su hermosa virtud virgen.
Y me trajo un querubín desde las mismas nubes.

Intenté escalarlo, pero no resultó

Clavelinas, geranios y moribundas rosas que me llevaron a un éxtasis incomprensible, a un momento dentro del paraíso mismo.








p.d: es que ya me queda poco tiempo con la dulzura y frescor de mi hogar, de mi familia.

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