El sonido de la lluvia me despertó hoy. Sin saber qué pensar, sin saber dónde estaba, lo primero que se me vino a la cabeza fue: 'Santiaguinos alaracos. Estoy segura de que ya sacaron el paraguas, las botas, bufandas, gorros y cuanta cosa para capear las gotitas'. Y es así: imaginé a esas manadas de personas corriendo para alcanzar la micro, más lentamente que de costumbre por el peso de sus abrigos, la inutilidad de sus brazos y piernas cubiertos por 3 capas protectoras, que finalmente, terminarán cumpliendo la finalidad de un sauna.
Imaginé esas típicas señoras que intentan zafarte de la entrada de las orugas, con sus bufandas de cachemira, imaginé los niños con botas de agua en los charcos y a los típicos 'transbordadores espaciales' improvisados que los caballeros construyen para pasar gente de una calle a otra.
Pero todo está en mi imaginación. Quizás, en Santiago no llovió como en Rancagua.
Ciudad...